Cuphead los dibujos animados de los años 30

Cuphead es un juego de acción y plataformas que trata de recuperar la esencia de los juegos viejunos, aquellos que nos hacían sudar sangre para terminar cada misión. Sin embargo, a diferencia de ellos, Cuphead hace más hincapié en los combates con los jefes finales que en las fases de plataformas. Tanto es así que la proporción plataformeo-combate podría ser de un 30-70, dejando que sean los grandes enemigos los que tomen el protagonismos, aunque no de manera absoluta. La historia de inicio es simple: Cuphead y Mugman, los protagonistas van a un casino y pierden su alma en una apuesta con el diablo. Para evitar dársela tienen que cobrar las deudas del diablo, acabando con sus múltiples deudores. Un planteamiento argumental simple, pero efectivo, que nos es contado a través de una serie de diapositivas. El juego no necesita más en este aspecto.



Esta es simple: podemos saltar, disparar, hacer un dash para esquivar y un parry. Sobre esto se añaden progresivamente capas de jugabilidad con los movimientos especiales y el súper o la posibilidad de equipar dos disparos entre las distintas posibilidades que vayamos desbloqueando en la tienda del juego. Usaremos los botones justos, y la precisión de movimiento es brutal, evitando complicar las cosas innecesariamente... Porque el estudio desarrollador ya se ha ocupado de complicarlas por nosotros con la dificultad de los encuentros. Si combatimos con jefes, conviene saber que todos son únicos y que cuentan con distintas fases y ataques. No tendremos más que una vida, por lo que cada muerte implica volver a empezar el enfrentamiento. De esta forma se conforman tensos duelos a vida o muerte en los que lo habitual será irnos nosotros al otro barrio para, al final, conseguir la victoria con una gran satisfacción. Hasta cierto punto, es la misma filosofía de Dark Souls: muere y aprende, solo que aquí el control es más que perfecto y, además, se nos permite configurar los botones del mando como nos dé la real gana.


Esta es la única pega que podemos poner a un título redondo, que además lo hace todo bien en materia audiovisual. Salta a la vista la calidad gráfica del título, que bebe de las influencias de los dibujos animados de los años 30 y de la factoría Fleischer, pero es que tampoco desmerece con sus simpáticos y adecuados efectos sonoros, ni con la música, extraordinarias piezas originales de jazz que amenizan y acompañan a la perfección, poniendo el acento justo de tensión a cada uno de los momentos de Cuphead.



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